03 - "BATALLA DE LAS PIEDRAS" - 18 de mayo de 1811

 

(La Batalla de las Piedras, por Diógenes Hequet)

 

En 1810 la situación en la metrópoli española es crítica, impuesto un usurpador en el trono José I Bonaparte, el pueblo español, recurriendo a su vieja tradición juntista se enfrenta y conforma gobiernos que defienden al soberano legítimo Fernando VII  los cuales terminan coordinándose en el Consejo de Regencia. Al mismo tiempo, en América, heredera de la misma tradición, se forman juntas que bajo la advocación de Fernando VII se consideran con el mismo derecho que las españolas a actuar.

En este marco se produce el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires el hecho histórico  de la Junta, conocido en la memoria como Revolución de Mayo.

Montevideo, luego de reconocer con limitaciones a esta Junta Provisional en el Cabildo Abierto del 1 de junio de ese año, revierte su actitud ante nuevas noticias venidas de España, acatando el poder del Consejo de Regencia en España. El 12 de enero de 1811, llega a Montevideo el nuevo Virrey del Río de la Plata,  quien también será el último, Don Francisco Javier de Elío, quien declara oficialmente  la guerra a la Junta de Buenos Aires.

El 15 de febrero de 1811, se produce un hecho bisagra en la lucha posterior,  el capitán del Cuerpo de Blandengues, José Artigas,  escapa de Colonia y ofrece sus servicios a la Junta bonaerense, la cual los acepta nombrándolo teniente coronel de Blandengues de Montevideo.

Los hechos se precipitan, el 28 de febrero de l8l1, se produce el Grito de Asencio por Pedro Viera y Venancio Benavides. Este hecho dio comienzo al avance revolucionario, que el Gral. Artigas denominó en diciembre de ese mismo año como “Admirable Alarma” extendiendo la revolución por toda la Banda Oriental de la cual se convierte en líder José Artigas quien cruza el río Uruguay el día 9 de abril, llegando a Mercedes donde instala su Cuartel General. Desde allí emite su "Proclama al Ejército de la Banda Oriental", que culmina con las vibrantes palabras:  "...A la empresa compatriota, que el triunfo es nuestro: vencer o morir sea nuestra cifra...”

Mientras las fuerzas juntistas se habían retirado del Paraguay vencidas por el gobernador realista y se encuentran en problemas en el Alto Perú, la revolución en la Banda Oriental avanza hacia Montevideo, desde el este, desde el norte y el oeste. Las fuerzas orientales al mando de Venancio Benavides junto con las del capitán Manuel Antonio Artigas toman San José el día 25 de abril de 1811 luego de diecisiete horas de intenso fuego. En esta acción es herido este último jefe, que fallece a los pocos días a causa de su herida; por esta razón en esa fecha se conmemora el Día del Soldado Oriental.

El jefe oriental José Artigas había salido a su vez de Mercedes el 24 de abril llegando el 6 de mayo a San José, avanza luego hacia Canelones, acampando en el río Santa Lucía y el 10 de mayo se encuentra en el arroyo Canelón Chico. Poco después se le avisa que  las fuerzas regentistas se habían retirado a Las Piedras.

Se acerca el momento de la lucha; el 18 de Mayo de 1811 las Fuerzas Orientales al mando del teniente coronel José Artigas quedan frente a frente con las tropas virreinales al mando del capitán de fragata José Posada.

Estos, que habían llegado por el camino desde Montevideo, adoptaron su posición de batalla sobre una zona de altura, muy cerca del arroyo de Las Piedras que quedó a sus espaldas.

Artigas, mostrando una comprensión de la situación mucho mejor que la de su oponente lo ataca con la infantería, pero al mismo tiempo lo encajona en su retirada con su caballería, mientras las fuerzas al mando de su hermano Manuel Francisco Artigas le cierra la salida hacia sus refuerzos en Las Piedras en un doble envolvimiento novedoso en esta región.

 

La batalla

Cuando nos adentramos en la evolución de la batalla, ésta toma su verdadera grandeza.

El combate en sí comienza hacia las 11 y media de la mañana y finaliza hacia las 16 horas.

Al amanecer del 18, primer día sereno luego de 5 días de lluvia copiosa, ambas fuerzas se encuentran a unas dos leguas de distancia. Son unos 2.000 hombres en total, con fuerzas aproximadamente equilibradas, pero con espíritus muy diferentes, los patriotas saben que se están jugando una dura parada y que la derrota no es una opción, la victoria significa cercar el principal bastión enemigo en toda la región: Montevideo; la derrota, pone en peligro no solo a los patriotas en esta banda, sino, en última instancia, a la misma acción revolucionaria  en el Río de la Plata.

Artigas destaca 200 hombres  de caballería para atraer a los realistas fuera de su campamento en Las Piedras. A la vez apronta al resto de sus fuerzas. Al ser vista esta partida  por los regentistas, determina que éstos envíen a su vez una fuerza de caballería a verificar el número de la fuerza enemiga así como su ubicación. Esta partida se aleja más de lo conveniente, siendo cargados por los patriotas, que adelantan todo el dispositivo.

Esto obliga a Posada a moverse para evitar que su caballería sea envuelta, juntando así todas sus fuerzas. La posición que ocupa entonces es desventajosa por tratarse de una contrapendiente, en la que las fuerzas enemigas aparecen casi de sorpresa por lo que Posada rápidamente ordena trasladarse a una loma dominante, en la que adoptan una formación en triángulo contando como base a su infantería y el resto en base a milicias de caballería. La artillería es intercalada entre las fuerzas colocadas en triángulo

Los patriotas avanzan desplegando a la infantería en orden de batalla para fijar a las fuerzas enemigas.

Se intercambia un intenso fuego de artillería, siendo más efectiva la española al ser mas potente por su calibre, número y por la pericia de sus artilleros, casi todos negros y pardos comandados por oficiales españoles o criollos. En el campo patriota, el mismo Artigas, recordando los hechos destacados de la batalla en su parte, mencionaba al teniente de Patricios Ignacio Prieto  que en el fragor de la batalla, y para que no faltara parque, cargó sobre sus hombros una caja de balas de cañón.

En este punto se produce uno de esos hechos que marcan cualquier lucha y muestra el real espíritu de quienes formaban parte del bando regentistas:  la deserción y pase a los patriotas de buena parte de la caballería de Posada, lo que provoca el desánimo en el resto de sus fuerzas.

Entonces se produce el ataque de las fuerzas artiguistas, con un gran intercambio de fuego de fusil, siendo ahora más efectivo el fuego de los patriotas, que logran tomar uno de los cañones realistas y quebrar su perímetro defensivo. En este momento Artigas manda a la caballería de sus flancos a realizar el doble envolvimiento a efectos de atacar la retaguardia enemiga, a la vez que ordena a su hermano Manuel Francisco que con sus 250 hombres ejecutara un movimiento envolvente que cortase la retirada realista hacia Las Piedras.

Disminuidos en número y quebrada su moral, cunde el desorden y el desbande en las fuerzas regentistas, las que se repliegan hacia las Piedras intentando formar un último cuadro defensivo el cual es rápidamente desorganizado.

Viéndose envueltos y sin posibilidades de resistir, el jefe español decide rendirse a discreción.  Luego de  varias  horas de dura lucha,  las tropas españolas habían quedado derrotadas; y los revolucionarios americanos habían obtenido la primera gran victoria sobre los españoles. Posada izó la bandera de rendición ante Artigas, quien en un acto  que resaltaba el valor del enemigo valeroso y el respeto por su honor, no recibe personalmente la espada del jefe vencido, sino que envía al sacerdote Valentín Gómez a hacerlo. Este  episodio es  recordado en la pintura de Juan Manuel Blanes y su hijo Juan Luis Blanes sobre esta batalla, obra lamentablemente inconclusa.

En esa batalla Artigas no expresó como tal la frase “clemencia para los vencidos” pero sí la practicó en los hechos, salvando la vida de numerosos enemigos caídos o rendidos ante sus enfervorizadas  tropas

La guarnición regentista que  había quedado en Las Piedras se rinde al Ayudante Mayor Eusebio Valdenegro.

Quedaron en el campo de batalla 11 patriotas muertos y 28 heridos, mientras que en el campo regentista los muertos fueron 97, los heridos 61 y 482 los prisioneros.

Actualmente, y como referencia geográfica, el Monumento de la Batalla de Las Piedras y el Mausoleo del Soldado Oriental se encuentran en la zona de la rendición, mientras el mástil que se encuentra poco antes de llegar a estos señala el campamento realista.

El camino hacia Montevideo, objetivo final de todas las operaciones, quedaba libre, y los patriotas establecerán el primer sitio a la ciudad el día 21 de mayo.

 

Principales consecuencias del triunfo Oriental en Las Piedras

  La batalla de Las Piedras fue en primer gran triunfo militar de la revolución libertadora del Río de la Plata, como tal tonificó el espíritu revolucionario americano. Recordemos, para entenderlo, que la batalla de Las Piedras era recordada en una estrofa del primer himno nacional argentino.

En lo militar Artigas pudo poner el primer sitio a Montevideo, en cuyas afueras acamparon sus fuerzas; recibiendo la asistencia de un ejército porteño enviado desde Buenos Aires al mando del Gral. José Rondeau. Todo el territorio de la Banda Oriental quedó fuera de la autoridad de los españoles.

Por su lado la fuerza militar española en el Río de la Plata quedó muy debilitada, al haberse apoderado Artigas de buena parte de su mejor armamento. Eso movió al Virrey Elío, sitiado en Montevideo, a recurrir a la ayuda del gobierno de Portugal mediante la invasión de la Banda Oriental por el norte, desde el sur del Brasil. Ello inició un largo período de sucesivas intervenciones portuguesas que pautó el desarrollo de nuestra historia hasta la Independencia.

Este triunfo consolidó el prestigio de Artigas como militar en un momento en que la suerte era adversa a las armas patriotas en los demás frentes. La Junta de Buenos Aires, por su parte, le otorgó el grado de coronel y se le envía una espada de honor.

Es también la fecha en la cual el Ejército Nacional conmemora su creación, siendo su fuente espiritual en sus ideales, pero también el momento en que las partidas que se concentraban hacia Montevideo son estructuradas en un ejército orgánicamente por el Gral. Artigas, no disolviéndose hasta  la derrota del Prócer por los portugueses  en 1820.